En mi
casa tuvimos una planta, la conocíamos como “paragüitas” y
hasta que fuí algo mayor no supe que se trataba del papiro (Cyperus
papyrus).
Por
desgracia no he podido viajar a Egipto pero me han comentado personas
que sí han tenido la suerte de ir que allí es tan común en las
riberas del Nilo como en Galicia las hortensias en los bordes de la
carretera.
Originario
de Siria, Palestina y África tropical el papiro tenía para los
egipcios un enorme valor e importancia pues lo utilizaban tanto para
escribir una vez procesado como para fabricar embarcaciones,
alfombras, zapatos, cuerdas, velas para barcos, lámparas.., un
sinfín de productos además con las raíces preparaban medicinas y
perfumes y los tallos eran comestibles; como vemos todo en él se
aprovechaba.
Pero
por lo que realmente ha tenido más fama y ha llegado hasta nuestros
días es porque está considerado como el precursor del papel, los
egipcios lo elaboraron a partir de la planta con objeto de poder
dejar constancia escrita, a través de dibujos y signos, de su
historia, religión, costumbres y la vida cotidiana de aquella época
y que por suerte gran parte se ha podido recuperar. Así sabemos que
ya se usaba 4.000 años a. c. y que el fragmento más antiguo se
encontró en la tumba del faraón Den.
No se
sabe a ciencia cierta si fueron los egipcios o sumerios en
Mesopotamia con sus tablillas de arcilla los primeros en inventar una
escritura, digamos que hay una competencia a través de la Historia
pero ambas culturas tienen el honor de habernos dejado un gran
legado.
Bueno
pues sea como fuere, saber que todos estos tesoros escritos es
gracias a una planta y la inteligencia humana por saber aprovechar ,
como he dicho otras veces, lo que la Naturaleza nos regala.