Todos
los años, cuando va llegando la Navidad, o las Pascuas, como decimos
por aquí, pocos son los hogares en los que no hay una de estas
plantas adornando junto al árbol o belén nuestra casa.
Pero
no todo el mundo conoce el origen de porqué la llamamos así. Vamos
a enterarnos todos:
Primero
saber que es originaria de Centroamérica, más concretamente de
Méjico. Las distintas culturas de allí la conocían con nombres
diferentes, pero su nombre científico es Euphorbia
Pulcherrima. Fuera de Méjico tiene innumerables
acepciones como son Hoja Encendida, Corona de los Andes, Estrella
Federal, Pascua, Siyojo, Flor de Bandera...
Ya los
aztecas la utilizaban, no sólo porque para ellos tenía una especial
simbología pues la ofrecían a sus dioses, sino que era un remedio
natural; usaban su jugo blanco para elaborar una medicina contra la
fiebre y de sus hojas rojas, machacándolas sacaban tinte para sus
ropas.
Ésta
planta destaca por el colorido de las hojas que rodean a las pequeñas
flores amarillas, son de un rojo intenso y se llaman brácteas.
Florecen de Octubre a Diciembre, cuando los días son más cortos.
Hay que ser cuidadosos con sus hojas porque son venenosas.
En el
siglo XVI los frailes franciscanos que estaban evangelizando estas
tierras ya las ponían de adorno cuando llegaban las fiestas de la
Navidad, pero cuando realmente se la empezó a conocer fué a partir
de que un médico y aficionado a la botánica, Robert Poinsett
hiciera un viaje a Méjico como embajador de Estados Unidos.
Allí
vió esta planta, de la que quedó maravillado, cogiendo unos
esquejes que se los llevó a su país. Comoquiera que tenía unos
invernaderos se dedicó a su cultivo, regalándole a sus amistades
plantas. Así empezó la tradición. En Estados Unidos el día 12 de
Diciembre, fecha de su fallecimiento se celebra el Día de la
Poinsettia, dándole ese nombre en su honor.
Hay
una bonita leyenda, que en cada sitio la cuentan de distinta forma
pero que viene a decir que una niña, en vísperas de Nochebuena
estaba muy triste y lloraba porque no tenía nada para llevar como
regalo al Niño Jesús que estaba en la iglesia. Como no sabía qué
hacer, cogió unas ramas del camino, y aún entre lágrimas y
sollozos llegó a la iglesia. Al contacto de las plantas con las
lágrimas ocurrió el milagro: brotaron de ellas unas hermosas flores
rojas. Así cuentan que aparecieron las primeras flores de Pascua;
gracias al fervor de una niña que al fín consiguió un regalo digno
para Jesús.